ConPoderOrg - Veci ¡Que caro está el pan!

Desde que era niño me ha encantado el pan, es más, mi papá me decía barriga de pan. Es tanto mi gusto por este alimento que cuando no lo como por 2 días siento un tipo de desesperación por la falta que me hace. Una de las conversaciones que más había en casa era cuántos panes consumía al día y tal número pocas veces bajó de 4.

Culturalmente en Latinoamérica el pan es muy consumido, su variedad en ingredientes, formas, texturas, sabores, colores, tamaños y rellenos son infinitos. Cada vez que estoy en una nueva ciudad busco probar el pan tradicional de este lugar.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), aconseja que para una correcta nutrición el consumo anual de pan en una persona es de 90 kilos. En Latinoamérica, Chile lidera el consumo con un total de 96% por persona al año, siguiéndole Argentina con 76%, Ecuador con 37%, México con 34%, Brasil con 31%, Perú con 30%, Colombia con 22% y Venezuela con 19%.

El conflicto entre Rusia y Ucrania afecta el precio del pan en nuestros países, ya que ellos exportan el 30% del trigo mundial. En mi país Ecuador su aumento es significativo; antes de la pandemia se podía comprar 8 panes básicos por un dólar y hoy en día te pueden dar 6 panes de la misma calidad de antes u 8 más pequeños.

En los tiempos de Jesús el pan era parte fundamental de la dieta judía, este no se cortaba, sino que se lo partía con las manos. Los pobres comían pan de cebada y los ricos de trigo.

En una ocasión el maestro predicaba en las montañas a una gran multitud. Al ver tanta gente, Jesús dijo a sus discípulos denles de comer, ellos dijeron al maestro que era difícil hacerlo. Que se necesitaba el salario de más de 200 días para poder lograrlo. Hasta que uno de ellos trajo a un niño que tenía 2 peces y 5 panes, Cristo tomó lo donado por el pequeño, oró al Padre y el milagro sucedió. Dice la palabra de Dios que 5000 hombres comieron hasta saciarse, sin contar a sus esposas e hijos. Tanta fue la bendición que sobraron 12 canastas llenas, que los discípulos recogieron.

Al terminar, la gente se admiró por el poder de Jesús y dijeron: «De veras, este es el profeta que tenía que venir al mundo.» Jesús se dio cuenta de que lo querían hacer rey, por tal motivo se fue solo a lo alto de un cerro.

En la noche los discípulos subieron a una barca para cruzar a Cafarnaúm. Jesús no fue con ellos, pero cuando la tormenta se hizo muy fuerte apareció caminando sobre el agua para darles alivio.

A la mañana siguiente, la gente buscaba a Jesús y cuando lo encontraron le preguntaron —Maestro, ¿cuándo llegaste?

Él les dijo ustedes me buscan porque comieron hasta saciarse, pero no entendieron el significado del milagro. Les animo a que no se preocupen por la comida que perece, sino por la que dura y da vida eterna.

Ellos preguntaron:

—¿Qué es lo que Dios quiere que hagamos?

Juan 6:29 Jesús respondió:

—Lo único que Dios quiere es que crean en mí, que soy a quien él envió.

Ellos seguían insistiendo con que les diera una señal y le recordaron del maná que habían comido sus antepasados en el desierto.

Juan 6:32 Jesús les contestó:

—Les aseguro que no fue Moisés quien les dio el verdadero pan del cielo, sino Dios, mi Padre.

Juan 6:33 El pan que da vida es el que Dios ha enviado desde el cielo.

Juan 6:34 Entonces la gente le dijo:

—Señor, danos siempre de ese pan.

Juan 6:35 Jesús les dijo:

—Yo soy el pan que da vida. El que confía en mí, nunca más volverá a tener hambre; el que cree en mí, nunca más volverá a tener sed.

Ellos esperaban a un Mesías por casi 400 años, estaban pendientes de que la promesa del salvador se cumpliera. Al ver a Jesús y todos los milagros que hacía, lo veían como su rey, como la persona que los guiaría a recuperar su gloria pasada. Querían ver a su nación poderosa, anhelaban que su economía sea próspera, que su ejército vuelva a conquistar reinos y que todos vean lo fuertes que eran. Seguían pensando en la necesidad de pan (alimento, vestido, refugio, etc.) mirando solamente lo material, lo pasajero, lo que perece y cegaron sus ojos a lo eterno, a lo que él les ofrecía

Empezaron a murmurar diciendo: este no es el hijo de José el carpintero, como quiere que comamos de su cuerpo y bebamos de su sangre. Varias dudas e incógnitas rondaban por sus mentes. Aunque Jesús conocía sus corazones y sabía que ellos estaban ahí por el milagro, por la comida que podían obtener al estar cerca. Él les seguía enseñando que solo quien come de su pan (su carne) y beba de su vino (su sangre) podía ser salvo y que no rechazará al que lo quiera recibir. Recordemos que Jesús vino a dar vida eterna, su propósito en la tierra fue darnos libertad de la condenación del pecado y podamos vivir para siempre con él.

Muchos de ellos no estaban de acuerdo y decidieron irse. Jesús ya sabía que esto iba a pasar y al ver que sus discípulos tenían las mismas dudas, les dijo:

—¿También ustedes quieren irse?

Pedro respondió: Y a ¿Quién iremos? Solamente tú tienes palabra de vida eterna. Creemos en ti y sabemos que eres el hijo de Dios.

Él entendió que a pesar de que la palabra era dura de oír y peor aún más difícil de cumplir, sabía que era necesaria para llegar a la vida eterna. Y aunque el precio del pan de vida sea alto, él lo iba a pagar porque asimiló que al comerlo podría vivir para siempre. Comprendió que debía poner su mirada en lo espiritual, entregar su vida a Jesús para cumplir su propósito y que todo lo demás iba a ser añadido.

Yo no sé cuál sea tu necesidad de pan, no sé si llegas a tener ansiedad como yo tengo cuando no lo como. Y aunque el pan de la tienda suba de precio y adquirirlo cada vez es más difícil, hago lo posible por conseguirlo para suplir mi necesidad. Jesús quiere el mismo esfuerzo que ponemos para conseguir las cosas que perecen, así mismo lo pongamos en anhelar su presencia, hagamos hasta lo imposible por estar cerca de él y disfrutemos de su gloria. Que nuestra necesidad de él sea tan real y así como nos desesperamos por alcanzar lo que queremos, así mismo.nos deseperenos por alcanzarlo a el. Él entregó su vida en la cruz para darnos salvación y está es gratuita para ti y para mí.

Este día te invito a seguir Jesús por lo que él es, que él sea tu necesidad primera, él mana de tu desierto, tu energía y tú sustento, que sea tu pan de vida eterna.

Date la oportunidad de comer el pan de vida eterna (Jesús) no simplemente percibas de lejos su olor y digas:

!Que buen pan! Pero es muy caro y más bien di, por ti pagaré el precio, porque te necesito y eres lo más importante para mí.

Juan Capítulo 6.

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